domingo, 26 de abril de 2009

El Real Madrid o la globalización del fútbol


Por Federico Jiménez Losantos
El advenimiento de David Beckham

La gira del Real Madrid por China, Japón y Tailandia en agosto del 2003 se diseñó para que el club presidido por Florentino Pérez presentara con la camiseta blanca a su nuevo fichaje, David Beckham, en una parte del mundo harto propicia, puesto que ya le rendía fervoroso culto idolátrico con la camiseta roja del Manchester United. El cambio de camiseta en la caja registradora se desarrolló según lo previsto. Sin embargo, la repercusión mediática de un hecho que en lo deportivo quedaba muy por debajo de la insignificancia fue tan abrumadora, tan espectacular, tan universal que hasta los más escépticos tuvieron que rendirse a la evidencia de un fenómeno, el de la globalización del fútbol, que no es del todo nuevo y que se parece a otros muchos fenómenos empresariales, deportivos y culturales de nuestro tiempo, pero que —justo es reconocerlo— el club español ha sabido sintetizar y multiplicar vertiginosamente en las últimas tres temporadas, que coinciden con los tres primeros años del siglo XXI.

En rigor, si difícil era distinguir el espectáculo de adoración icónica provocado personalmente por Beckham de la tumultuosa y ferviente acogida al equipo de fútbol más famoso y prestigioso del mundo, el único que alinea cada domingo a la mitad de una ideal selección mundial (Ronaldo, Zidane, Raúl, Figo, Roberto Carlos, Casillas, el propio Beckham), resultaba igualmente imposible separar la promoción de la "marca Real Madrid" y la publicidad paralela de todas las marcas comerciales que anuncian las figuras del equipo blanco; pero sin entrar en lo que corresponde a lo particular de cada jugador, y a lo general de su selección nacional y del propio club, lo indudable es el efecto multiplicador: mil millones de personas vieron en directo al Real Madrid sólo en China, número que se duplicaría holgadamente en el resto de Asia y del mundo.

Esos números marcan en sí mismos un hito en la historia del fútbol, único deporte y único espectáculo que puede aspirar fundadamente a la condición de universal, por encima de todas las fronteras políticas, culturales o religiosas. Y si el signo de nuestra época es, convencionalmente hablando, la globalización, quizás ninguna empresa del mundo la representa hoy de forma tan apabullante como el Real Madrid. Conviene recordar que estamos ante una entidad privada, nacida de la libre iniciativa y mantenida voluntariamente, en contrato renovado cada partido, semana o temporada, por cientos de miles, millones de personas de cuatro generaciones, y que ha sobrevivido a guerras civiles y mundiales, a monarquías y repúblicas, a dictaduras y democracias, a cataclismos económicos y sociales, a radicales mutaciones culturales. Y que hoy simboliza el éxito, el prestigio, la popularidad, la belleza física y el dinero. Siendo así, es lógico que los enemigos de la libertad de mercado o simplemente de la libertad, la "infame turba" rubendariana, la populosa horda "antiglobalización", dediquen cada vez más tiempo a este fenómeno del Real Madrid, porque en él ven uno de los más felices símbolos del triunfo individual, de la libre competencia, del mercado universal, pero mucho más difícil de combatir que los Mc Donalds o la Coca Cola. No obstante, lo intentan. Los mismos argumentos políticos, ideológicos y morales de los "globalifóbicos" contra la propiedad, la empresa privada y la economía de mercado se repiten contra el Real Madrid "galáctico". Y otra coincidencia: con los demagogos de fuera, se alinean los demagogos de dentro. En punta de ataque, Georges Soros ¡o Pelé!



Fuente:http://www.libertaddigital.com/ilustracion_liberal/articulo.php/427

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